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lunes, 3 de enero de 2011

Carpentier: Viaje mítico en “los Pasos Perdidos”



Viaje mítico en “los Pasos Perdidos” de A. Carpentier

Nos parece apropiado  ocupar las nociones que J. Campbell en “El Héroe de las mil caras. Sicoanálisis del mito” esboza a cerca del héroe y del viaje mítico.

El héroe mítico, como ya hemos dicho, representa a una comunidad completa y a sí mismo, es el personaje o sujeto que deberá encarar y luego destruir los propios temores e ignorancias logrando un don con el que podrá obtener un camino para su comunidad y para sí mismo.

 Según Campbell,  existen faces delimitadas de lo que se entiende como viaje mítico, establece una primera etapa: “La primera misión del héroe es la de retirarse de la escena del mundo de los efectos secundarios, a aquellas zonas causales de la psique en donde  residen las verdaderas dificultades y allí aclarar dichas dificultades…”, en este último punto es en donde el viaje mítico se muestra en toda su amplitud.  El héroe o sujeto que llevará a cabo el viaje mítico iniciará su aventura desde el mundo de todos los días  para llegar a la región de prodigios sobrenaturales y en donde se tendrá que enfrentar a fuerzas sobrenaturales tratando de lograr la victoria, posteriormente, debe regresar a entregar lo conocido al mundo del cual, en un principio, salió.   

En “Los pasos perdidos” es posible utilizar esta estructura del viaje mítico que explica Campbell, de ello se desprende  específicamente:

La partida:

1)   La llamada de la aventura:

  El héroe, en su existencia cotidiana, es víctima de una ruptura que le revela un mundo sobrenatural insospechado, esta llamada puede ser para la vida o para la muerte, puede significar el llamado a realizar una alta empresa histórica o religiosa. Es el antecedente de las fuerzas que se pronunciarán después, cuando emprenda el viaje. El llamado puede ser lo que se rechaza del mundo cotidiano, lo que está oculto o bien una llamada como tal (el caso de Noé y el diluvio universal).

En el caso de “Los Pasos Perdidos”, la llamada se da desde el comienzo de la obra, en la cual el personaje (Cuyo nombre se desconoce. Creemos que no es azarosa la falta de un nombre pues este personaje, según se verá después, puede ser cualquier sujeto cansado, miembro de una sociedad occidental. En este sentido también es importante remarcar el sentido universalista que el personaje posee, de allí la innumerable cantidad de veces que hace mención a la 9ª sinfonía de Beethoven, no sólo como símbolo de la hermandad universal, sino también como emblema de la igualdad de todos ante nuestros propios ojos y los de Dios). Comienza relatando su participación en el matrimonio, ya agotado, que tiene con una actriz de segunda categoría. Al protagonista  se le encarga la misión de realizar un viaje en busca de instrumentos musicales (sólo sabemos que es un músico). El personaje comenta:

“Todo me había venido al encuentro, y yo no era responsable de una exagerada valoración de mis capacidades […] “este viaje estaba escrito en la pared”, me dijo Mouche…”. La llamada abarca todo el primer capítulo, el  cual se cierra con el certero comentario, casi a modo de predicción o adelantamiento de los acontecimientos, del personaje: “Ante las conocidas imágenes me preguntaba si, en épocas pasadas, como yo, en esta mañana de estío, añoraba -como por haberlos conocido- ciertos modos de vivir que el hombre había perdido para siempre.    

2)  La negativa al llamado:

El héroe puede negarse a escuchar el llamado y permanecer en el desconocimiento absoluto. Esto le da una dimensión negativa al viaje y requiere el despliegue de alguna circunstancia aun más maravillosa.

En el caso de la novela que aquí tratamos, no se da esta circunstancia. El viaje es aceptado plenamente por el protagonista, más aun, este viaje es visto como una instancia de evasión para las circunstancias actuales que el personaje afronta.

3) El cruce del  primer umbral:

Para iniciar la aventura es necesario romper los límites de los que se vive y de lo que está más allá. Se trata de ir de lo conocido a lo desconocido, arriesgándose en la lucha con el “guardián”. Finalmente logra cruzar el umbral.

En “Los Pasos Perdidos”, el cruce del primer umbral se expone desde la narración que el protagonista comienza con fecha 7 de junio, cuando cuenta el episodio de la llegada del avión a la ciudad, hasta lo narrado el viernes 9. El cruce del primer umbral se simboliza en la guerra civil que ha estallado en la ciudad, los acontecimientos desagradables que el protagonista y su amante deben vivir en el hotel y todo lo que rodea este espacio específico (Es importante acotar la presencia más que molesta de la pintora canadiense que Mouche conoce en el hotel. Ambas mujeres sólo se congratulan mediante banalidades y exacerban su superficialidad. El protagonista describe con desagradado estos hechos). El “guardián” está simbolizado en la propia muerte que se desencadena naturalmente por el momento político de dicho país: “el riesgo se repartía entre varios y el retroceder no dependía de uno. Aquí, en cambio, la muerte había estado a apunto de darme la zancadilla por mi propia culpa.” El protagonista logra vencer la muerte que lo circunda y lo agobia salvándose ileso.

La iniciación:

1) El camino de pruebas:

El héroe una vez que ha traspasado el primer umbral, debe vencer una serie de pruebas, debe vencer los obstáculos que le impiden  lograr el éxito de su empresa. El héroe recibe la ayuda de fuerzas auxiliares que ya han estado presentes en el cruce del umbral.

Este parte del libro es tal vez la más prolífica en cuanto al uso de símbolos, los que explicaremos en su debido momento. A grandes rasgos, esta etapa del viaje mítico, se puede establecer en “Los Pasos Perdidos”, desde la VII parte del capítulo 2º (lo narrado desde el día Sábado 10) hasta la jornada del 27 de junio (última fecha anotada en el diario antes del reencuentro con la civilización) o  XXVII parte del capítulo 3º.

El camino de pruebas comienza con la llegada a Los Altos, el protagonista y Mouche comienzan a adentrarse en terrenos más inóspitos y desconocidos. El protagonista, ahora siente mucho más desagrado por su acompañante; Mouche y sus actitudes se han convertido en un obstáculo: “Mouche...Quien me pareciera una figura incolora al principio, se me iba afirmando, de hora en hora, como una fuerza contrariante”. La naturaleza ahora comienza a hacerse cada vez más profunda, espesa y colorida, se hace cada vez más selvática y ello permite que el protagonista comience a penetrar en su interioridad, en sus pensamientos, en sus deseos. Es aquí en donde cobra mucha fuerza su oficio: la música y los temas musicales se reparten dentro de la flora y fauna  que le rodea.  La 9º sinfonía de Beethoven, es comentada largamente por el personaje, ella se convierte ahora en le símbolo de el conocimiento cultural de la civilización occidental de los últimos dos o tres siglos en la historia: “Y fue, en un desgarre de sombras tormentosas, el primer tema de la Novena Sinfonía. Creí respirar de alivio en una tonalidad afirmada, pero un rápido apagarse de las cuerdas, derrumbe mágico de lo edificado…”,  “La Novena Sinfonía era el tibio hojaldre de Montaigne, el azur de la Utopía, la esencia de Elzevir, la voz de Voltaire en el proceso de Calás”. En este sentido se da también el cambio interior del personaje en torno al asunto del choque del conocimiento y la intuición de estas nuevas tierras, en cuanto a la ciencia versus magia, de lo europeo y lo americano: “Los discurso habían sustituido a los mitos; las consignas a los dogmas”, “…Y me aburre de pronto esta Novena Sinfonía con sus promesas incumplidas, sus anhelos mesiánicos…”.

Estos pequeños cambios en la sicología del personaje, comienzan a preludiar las pruebas a las cuales será sometido posteriormente. La magia, el mito, lo primitivo y puro, lo acendrado del nuevo continente comienza a penetrar en el personaje haciendo que este ahora se sienta asimilado con el ambiente y los nuevos personajes que en él habitan. Es aquí en donde  Rosario, una mujer mestiza habitante de esta provincia, comienza a jugar un papel muy importante.  Ella será la personificación de la naturaleza, en ella se aunarán todas las fuerzas mágicas a las cuales el protagonista intentará acceder: “…convivir más estrechamente con esas mujeres sólidas y resueltas, haciéndoles contar sus historias. Pero, sobre todo, hubiera querido acercarme más libremente a Rosario, cuya entidad profunda escapa a mis medios de indagación aguzados”. El protagonista reconoce  que esta mujer, que al comienzo le causó cierto rechazo, ahora le causa una profunda atracción no sólo en el sentido sexual sino también profundamente espiritual.

El personaje irá en camino recto hacia las pruebas que vendrán luego. La narración, en este punto se llena de símbolos y de algunos sucesos mágicos:

a)         Entrada a las Tierras del Caballo:  el protagonista-héroe, comienza el camino de pruebas, para ello deberá prepara su espíritu. Por ello es que llega a estas nuevas tierras, aun en compañía de Mouche, en donde se compenetrará con la tierra y la naturaleza: “…En las Tierras del Caballo parecía que el hombre fuera más hombre. Volvía a ser dueño de técnicas milenarias que ponían sus manos en trato directo con el hierro y el pellejo…” . Según Chevalier: “se le asocia originalmente a las tinieblas del mundo etónico, del que surge, galopando como la sangre en las venas, desde las entrañas de la tierra o los abismos del mar […] la imaginación asocia por analogía la tierra en su papel de madre, su luminaria la luna…”.

b) Entrada a las Tierras del Perro:  en la entrada al puerto de Santiago de los Aguinaldos, el protagonista se acerca a la religiosidad; primero ve un grupo de danzantes o una especie de cofradía pagana pero cristiana, luego conoce a don Fray Pedro de Henestrosa con quien logrará tener reflexiones más profundas acerca de la religiosidad. Es importante el símbolo del perro porque servirá como un adelanto a los acontecimientos posteriores (La muerte del padre de Rosario, el llanto de las nueve hermanas. También la consumación sexual con Rosario): “…no existe ninguna mitología que no haya asociado al perro con la muerte, los infiernos, el mundo de abajo […] se conoce la significación oculta, hembra, a la vez vegetativa, sexual, adivinatoria, fundamental tanto para el inconsciente como para el subconsciente”.  En las Tierras del Perro, el protagonista se acercará cada vez más a los ritos, presenciará la muerte del padre de Rosario y el entierro de este, con ello se afirmará lo ultraterreno, lo mágico y las fuerzas del cosmos en su sentido de existencia.

Ocurre también la mágica lluvia de mariposas. Recordemos que tradicionalmente las mariposas nos remiten a: “su visión anuncia una visita, o la muerte de alguien próximo. […] Entre los aztecas, la mariposa es un símbolo del alma, o del aliento vital, que escapa de la boca del agonizante”. Con ello se reafirma la idea de la muerte, pero también, si recogemos otra acepción simbólica de la mariposa, la idea de cambio, de metamorfosis espiritual que sufriría el protagonista.   

Pruebas:

Mouche, su acompañante se ha tenido que retirar del viaje pues se encuentra enferma, esto permite que el protagonista se encuentre finalmente con Rosario. El héroe del relato ya se ha compenetrado con la tierra-madre, con la naturaleza y el mito americano, pero ahora deberá superar las pruebas que  su aventura mítica le impone. Estas pruebas ocurren en el siguiente orden y de la siguiente forma:

a)         1ª Prueba: En el capítulo 4 comienzan a narrarse las pruebas. Esta  primera prueba ocurre en la embarcación que los llevará a Santa Mónica de los Venados, en el lunes 18 de junio. Se trata de una animación total de la naturaleza y especialmente de los insectos. La naturaleza cobra características terroríficas que asustan de sobre manera al personaje y que lo llevan al absurdo del horror: “Nada me amenazaba. Todos parecían tranquilos en torno mío; pero un miedo indefinible, sacado de los trasmundos del instinto, me hacía respirar a lo hondo, sin hallar nunca el aire suficiente”.  La primera prueba: “se trata del enfrentamiento con la tierra inculta y bravía, con esa realidad maravillosa de este mundo hispanoamericano”, el protagonista logra vencerla.


b)         2ª Prueba:  Con fecha en el martes 19 de junio, también en la embarcación (pues debían viajar por el río durante 15 días)  se trata de una terrible lluvia que ataca nuevamente la embarcación. Esta tempestad desoladora, logra producir en el personaje la necesidad de asirse a la madre tierra, representada  por Rosario, en la cual busca refugio y salvación. El protagonista es un huérfano desamparado y aterrorizado: “Perdida toda Razón, incapaz de sobreponerme al miedo, me abrazo a Rosario, buscando el calor de su cuerpo, no ya con gesto de amante sino de niño que se cuelga del cuello de su madre…”. Esta segunda prueba es también superada.

Al final de estas dos pruebas viene un momento intermedio y anterior a la ultima de las pruebas que el protagonista no logrará superar (a ella nos referiremos en su debido momento). Este momento intermedio se caracteriza por la confluencia de los tiempos históricos del universo y de la civilización, por la paulatina regresión temporal sicológica del protagonista.

Ya habiendo encontrado calma en la ciudad india de Santa Mónica de los Venados, el protagonista encuentra los instrumentos musicales por los cuales ha realizado su viaje. El héroe ahora comprende la utilidad exacta de la raza latinoamericana, aplaude la exactitud de los cuerpos que se compara a la de los instrumentos obtenidos.

 Fray Pedro realiza una misa oficiada para los indígenas: este  motivo desencadenará la regresión al tiempo de la conquista, a las leyendas del dorado (que se introducirán mediante El Adelantado, personaje que el protagonista conoció en la Tierras del Perro) y más tarde a la edad media que será resucitada por las mismas palabras latinas que el cura dice. Pero está regresión temporal sólo finaliza en el recuerdo de la Era Paleolítica, que es la que el personaje identifica como un presente y del cual él es testigo: “Los conocía a través del barniz de las pinacotecas, como testimonio de un pasado muerto, sin recuperación posible. Y he aquí que ese pasado, de súbito, se hace presente. Que lo palpo y lo aspiro. Que vislumbro ahora la estupefaciente  posibilidad de viajar en el tiempo, como otros viajan en el espacio”.

2) El encuentro con la diosa:

Una vez atravesada parte del camino de pruebas, el héroe tiene acceso a regiones que habían permanecido ocultas. Según Campbell: “cuando todas las barreras  y los ogros hayan sido vencidos, se representa comúnmente con un matrimonio místico del alma triunfante del héroe con la diosa Reina del Mundo”.  Veamos de qué manera ocurre lo dicho por Campbell en “Los Pasos Perdidos”:

La última de las fechas anotadas en este viaje (mientras se encuentra en América), corresponde al día 21 de junio,  que marca el comienzo del verano en el hemisferio norte (sabemos que se trata del hemisferio norte por la nota final que hace el autor al libro: Venezuela o los altos del Orinoco), esto nos parece que también posee un nivel simbólico que se relaciona con lo que de aquí en adelante acontecerá en la novela. En el capítulo 3, XXIII parte, el protagonista reconoce saber el secreto que ha sido revelado por  el adelantado: el génesis, la creación de la madre tierra y el encuentro con ella.  Rosario, que ya antes habíamos dicho que correspondía a la confluencia de los aspectos míticos y naturales de lo real maravilloso americano, ahora es percibida por el protagonista de una manera más íntima. Rosario, ahora, pasa a ser  “Tu mujer”; en este aspecto existe un cambio semántico de la que es ahora  nueva compañera de este héroe. Ella es posesión presente y actualizadora, matriz del protagonista, en cuanto a sus objetivos y su temporalidad. Esto se conjuga con la descripción que se hace luego del retroceso en el tiempo: el protagonista cuenta que se encuentra presente en el tiempo del Génesis, pero ello sólo es posible mediante la existencia de “Tu mujer”: “Esto es Dios. Más que Dios: es la Madre de Dios. Es la Madre, primordial de todas las religiones. El principio Hembra, genésico, matriz, situado en el secreto prólogo de todas las teogonías”.  Mediante esta revelación el protagonista dice asistir al nacimiento de la música, este es el secreto que como héroe debe saber para luego compartir.

Este encuentro con la diosa se cerrará con la narración que Marcos, hijo del Adelantado, hará al protagonista de una adaptación americana del Diluvio existente en la Biblia.


 
3) La reconciliación o concordia con el Padre:

      La reconciliación con el padre, supone al héroe que abandona toda división entre el bien y el mal por la comprensión del mundo que ahora posee. Según Campbell, el héroe ahora percibe el todo eliminando la dicotomización de los polos que son en esencia lo mismo.

En “Los Pasos Perdidos”, este se refleja con la llegada del protagonista a las Tierras del Ave, que representan simbólicamente: “sinónimo y presagio del cielo […] el ave es la figura del alma escapándose del cuerpo o solamente de las funciones intelectuales…”. Ahora en las Tierras del Ave, no existe concordia entre el origen de mitos como el Popol-Vuh  y la Biblia, y el protagonista goza de ellos sin cuestionar su procedencia.

  4) Apoteosis:

   La Apoteosis revela la pérdida total de los temores por parte del héroe, lo que le permite encontrar la verdadera Iluminación.

   En “Los Pasos Perdidos”, la Apoteosis se encuentra en el capitulo 3, XXIX parte, cuando el protagonista vislumbra la creación de una obra musical con características monumentales, en la que se aunarán todas las técnicas musicales que han existido en la cultura occidental: “Así pensaba yo lograr una coexistencia de la escritura polifónica  y la de tipo armónico, concertadas, machihembradas, según las leyes más auténticas de la obra…”.  Lo que luego titulará “Treno”, será el vestigio de su aventura mítica, el cual debe dar cuenta a su comunidad.

5) La Gracia Última:

   La gracia última consiste en la entrega o no de los conocimientos adquiridos, una vez que el héroe está de vuelta en el mundo del cual salió.

En este sentido es que nace la contradicción en el carácter de héroe que ha asumido el protagonista. Debido a querer mostrar el resultado de su experiencia es que el protagonista se auto expulsa del “paraíso” que ha logrado conocer. Por circunstancias un tanto estúpidas, el protagonista se ve forzado  abandonar la selva y el poblado de Santa Mónica de los Venados, dejando los apuntes de “Treno” a Rosario o “Tu mujer”. Por ello, el protagonista  sufre la tercera y última prueba antes de su regreso: la de vencerse a sí mismo, la de resistir el llamado de la civilización, la de eternizarse por medio de su arte. En esta última falla. Es por eso que luego los tiempos pretéritos perderán todo valor, tomando su lugar el  Apocalipsis, que reinará en la civilización de la cual proviene: “Esta calle me ha devuelto al mundo del Apocalipsis, en que todos parecen esperar la apertura del sexto sello…”. Ahora la temporalidad del relato se hace augurio del pasado y se llena de un sentido trágico: se anula un futuro por un pasado y se vuelven ambiguas las nociones de desarrollo y reminiscencia: “El viajero busca  la edad de oro primigenia, pero esta ya rememora su propia edad de oro perdida. Y sin embargo, esta anulación del tiempo por el tiempo es repetible porque es mítica y es mítica porque es ejemplar, porque es eminentemente presentable”.  Aquí es donde se despliega finalmente todo el sentido del texto: la problemática espacio-temporal que el hombre desconoce y por la cual está condenado. 

     El Regreso

El regreso del protagonista  a su civilización es amargo; todo el mundo ha sido convulsionado por su supuesta pérdida en la selva venezolana. Como era de prever, sus conocidos han aprovechado las circunstancias de este hecho: Ruth se ha vuelto una esposa abnegada, Mouche ha relatado la historia a diarios sensacionalistas, la Universidad que encargó su viaje lo despide finalmente. El protagonista lo ha perdido todo y pretende luchar para volver al lugar sagrado del cual salió. Pero finalmente en ese lugar sagrado ya todo ha cambiado, siete meses después  la puerta de entrada ha sido cerrada por la crecida del río. Todo lo que anduvo ha sido en vano, todos sus pasos han sido perdidos.

Mitologías que confluyen en “Los Pasos Perdidos”

Muchos autores, como Zulma Palermo, Helmy F. Giacoman, Graciela Perioso entre otros, están de acuerdo en la confluencia de cuatro mitos esenciales: el mito de Sísifo, el de Prometeo, el de Ulises y el mito del Eterno Retorno. No es necesario explicar cada uno de estos mitos ni tampoco rastrear las alusiones a ellos en esta obra de A. Carpentier, pero dos de ellos permiten fundamentar plenamente el fracaso del viaje emprendido por el protagonista-héroe.

El mito de Sísifo, al cual se alude en el comienzo del capítulo 1, sirve al protagonista y al lector, para fundamentar la condena mítica que el sujeto protagonista y héroe fracasado posee. También a ello acude el mito del “Prometeo Encadenado”, cuya imagen representa más o menos lo mismo que el mito de Sísifo, o el de realizar tareas eternamente interminables e inútiles.  El protagonista está condenado a priori por pertenecer a una cultura marchita, caduca, que no fija su sabiduría en el poderío de la naturaleza y de Dios, sino en burdos conocimientos: “Cruzado el océano,  el personaje no podrá sustraerse a la invasión de su pasado que le penetra por cada poro del cuerpo. Tampoco parece preocuparse por huir de esa ola perfumada de reminiscencia que comienza en la música del idioma, pasa por el embrujo de una noche de teatro con magia de pelucas  empolvadas para desperdigarse después en el aura de prodigio que rodea cada objeto.”

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